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Acerca de la educación
En el proceso educativo, existen dos conceptos fundamentales que a su vez implican procesos diferentes: el de la educación propiamente dicha y el de la formación del educando para recibir y aprovechar mejor la transmisión del conocimiento.
La formación de la persona está mucho más ligada a la familia o a los que hacen sus veces, y al medio ambiente cotidiano en donde poco a poco se van dando o no; la transmisión de valores como la verdad, la disciplina, la justicia, la amistad, la responsabilidad, el respeto por la persona etc. y los principios morales como la honestidad y el respeto al derecho ajeno, también los buenos hábitos como la limpieza, el orden, la puntualidad, el amor al trabajo etc. y el cultivo de ciertas capacidades a través de la disciplina; como la concentración, la memoria, la expresión oral, el estudio, etc. y las buenas costumbres como el respeto por los demás, particularmente a los mayores, a las mujeres, el saludo, la cortesía, y la amabilidad en el trato etc. además de la defensa de los derechos propios o de los otros como la privacidad, el ejercicio libre de la voluntad o el libre albedrio, la integridad corporal, los derechos civiles y humanos, etc. con todo esto se va formando en el individuo a la persona, que continuara recibiendo la formación en paralelo y simultáneamente a la educación misma que va recibiendo. Sin embargo es importante que la formación básica siempre preceda a la educación, para que le sirva como el recipiente propicio para asimilar, de la mejor manera, los nuevos conocimientos.
No debe confundirse la formación de la persona, con la limitación del individuo para ejercer a plenitud su libertad para ser o no diferente y para estar de acuerdo o no, con las costumbres y la tradición de su entorno y aceptarlas, modificarlas o rechazarlas; la formación deberá estar orientada principalmente a estimular sus capacidades para aprender los conocimientos que le serán transmitidos, para tener discrecionalidad para aceptar o rechazar lo que le llega o lo que muchas veces trataran de hacerle llegar. Todo conocimiento deberá
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ser recibido con un espíritu crítico, con un saludable escepticismo, que también será parte de su formación para poder ser un innovador.
En la educación, que deberá ser impartida por las instituciones ex professo, ya sea la proporcionada obligatoriamente por el Estado en forma gratuita, o por las instituciones privadas de paga; existen dos factores fundamentales; el del transmisor del conocimiento y el del receptor de ese conocimiento. Tanto la transmisión como la recepción deben implicar primero el interés de ambos y segundo la motivación de los dos y para que esto se dé es necesario la creatividad y la habilidad de quien transmite, quien primero debe tener el dominio del conocimiento de lo transmitido o a transmitir, contar con el lugar apropiado y con los instrumentos adecuados de apoyo para lograr el éxito en la acción de educar. Y por supuesto será requisito básico indispensable la salud física y espiritual de ambos.
Es necesario establecer nuevos modelos de aprendizaje, y para esto considerar en forma importante el valor del auto aprendizaje y la necesidad que se tiene de él en la actualidad. En igual forma será de vital importancia la interacción experimental en el proceso; Aristóteles aseguraba que “aprendemos de las cosas cuando las hacemos”, Albert Einstein afirmaba “la mejor fuente del conocimiento es la experiencia”. Confucio decía, “dime algo y lo olvidaré, enséñame algo y lo recordaré, hazme interactuar en algo y aprenderé. La educación seguirá siendo “la piedra clave” para la superación de los pueblos.
Con la nueva revolución tecnológica en la informática, que nos proporciona el acceso inmediato a la información que proviene de casi todo el mundo; es preciso tener presentes dos hechos básicos para el proceso de aprendizaje:
“El proceso de enseñanza depende del profesor”. (El transmisor)
“El proceso de aprendizaje depende del alumno”. (El receptor)
Es preciso romper con los paradigmas habituales de la enseñanza y su valoración, ya que los exámenes tradicionales no son garantía de comprobación de la retención efectiva del conocimiento y por lo tanto
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no nos sirven para la valoración del verdadero aprendizaje y su acreditación. Porque el aprendizaje, no necesariamente se adquiere única y exclusivamente por medio de las instituciones reconocidas oficialmente, las académicas, existen muchos otros medios. Por otro lado es necesario romper el paradigma del profesor teórico tradicional, que dicta sus enseñanzas como verdades absolutas que el alumno debe aceptar como “actos de fe”, y cambiarlo por el concepto del animador (con suficiente experiencia) para la interacción en los procesos de aprendizaje y propiciar los sistemas para la información y la retro alimentación necesaria. Es preciso romper también con el concepto del libro de texto, cambiándolo por el concepto de consulta a través de los múltiples y diversos medios y fuentes. Todo esto enmarcado en un verdadero proceso dialéctico como método para el aprendizaje, si es necesario cuestionándolo todo, solo así podremos formar con la educación a verdaderos innovadores, verdaderos revolucionarios y agentes del cambio positivo; a los líderes del futuro.
No debemos olvidar que; sobre todo en las fases iniciales: la mejor forma de enseñanza y aprendizaje es por medio del ejemplo. Esto lo podemos observar en la naturaleza, en los animales, es una ley natural. Por lo tanto, el ejemplo que se reciba será determinante.
Por otro lado existen dos aspectos de gran trascendencia para la educación, sobre todo en los últimos niveles, en los superiores o universitarios. Estos son: el de la búsqueda y mejora continua para optimizar el conocimiento y descubrir lo que ya existe, pero que todavía no conocemos y que muchas veces por medio de la casualidad, o de la experiencia y de los conocimientos anteriores; encontramos en el amplísimo campo de la investigación científica, y el otro, que es considerado como de la mayor importancia; es el compartir con la sociedad, con la comunidad que hace posible la educación, todos los frutos culturales del proceso educativo, haciéndolo con humildad y generosidad, buscando siempre mejorar la calidad de vida.
Antonio Fuentes Flores